Seguridad energética: una responsabilidad compartida
El carbón térmico colombiano ha sido un respaldo confiable para hospitales, sistemas de transporte, escuelas y hogares en momentos de emergencia energética. Pensemos en un caso extremo: cuando se agota la reserva eléctrica de un pulmón mecánico en un hospital, lo que está en juego es la vida. En estos contextos, la disponibilidad inmediata de energía no es negociable.

Transición energética no significa apagar lo que existe
Transición no equivale a eliminación inmediata. No se trata de dejar de usar petróleo, gas o carbón de un día para otro, sino de construir un equilibrio responsable entre las distintas fuentes de energía. Esto implica:
- Desarrollar energías renovables como la solar, eólica y geotérmica.
- Convertir camiones y automóviles a combustibles más limpios, como el gas.
- Invertir en reforestación y restauración ambiental.
- Diseñar estrategias de carbono neutralidad: compensar lo que emitimos con acciones que reduzcan o absorban CO₂.
Mientras se avanza en ese camino, el carbón colombiano, por su alta calidad y los controles ambientales aplicados en su extracción, puede formar parte de una matriz energética más limpia, si se combina con políticas inteligentes de compensación y responsabilidad.
No se trata de negar la urgencia climática. Se trata de entender que la transición energética debe ser justa, gradual y basada en realidades económicas y tecnológicas, no en discursos absolutistas. Colombia tiene la oportunidad de demostrarle al mundo que es posible producir carbón bajo altos estándares, mitigar sus impactos y, al mismo tiempo, preparar el camino hacia una matriz energética más verde.